domingo, 9 de marzo de 2008

La piscola epifánica

Se me cayó la piscola al piso y todos se quedaron mirándome, chucha que vergüenza; pero me acordé que había más en el refri y se me pasó la pena.
En la mañana soñé que volaba, y que todos abajo me miraban envidiosos. Ahhh que tanto, si me gusta el copete!!, respondí encolerizado gritando hacia todos lados.
A veces el dolor de cabeza no deja pensar, me abrazo a la angustia y el dolor se me pasa, por un rato. A veces me pasa que la angustia no le deja espacio al dolor y ahí si que estoy cagao, nada que hacer.
Estábamos cagaos de la risa cuando se me apareció ese loco igualito a mi, me puse serio y todos me miraron, se me llegó a caer la piscola al piso. Después me acordé que había más en el refri y se me pasó la pena.
Como a las dos de la mañana llegaron unos amigos mamíferos y algunos que no eran, yo estaba durmiendo, pero los deje entrar igual. Venían con caleta de copete y me puse contento, al ratito estábamos todos curaos y cagaos de la risa cuando sonó el timbre, ¡Chaaaaaa! exclamaron todos, y cuando abrí la puerta estaba el loco ese igualito a mi, no le quise preguntar ni el nombre y lo hice pasar. Se sentó al lado de la Berna y esa loca argentina que venía llegando de Nueva York, me dio un poco de lata porque llegó súper ganador, cancherito; además se estaba tomando toda la bebida pero sin copete, eso ya me molestó más. Después de la quinta piscola, me armé de valor y le dije que me acompañara a la cocina, había mucho humo y la música estaba tan fuerte que había que gritar. Nos perdimos en los recovecos de la existencia.
El sabor a pisco resonaba en la conciencia, los recuerdos apagados como máquinas antiquísimas de uso desconocido, y un vaso quebrado en el piso pegajoso como mi lengua, era todo lo que quedaba.
Me vi cayendo muchos años hasta ahora, al final estaba el loco ese, igualito a mi.
Cataclismos arrasaron con el mundo, llovieron rosas rojas y cardenales blancos sobre los campos sembrados de angustia. Me saqué las botas hediondas y caminé tranquilo, sin prisa, re-flexionando, re-memorando, re-construyendo, re-componiendo. Cansado de mirar el suelo, levanté la mirada y vi un vaso con piscola cayendo irremediablemente, fatalmente, a nanosegundos de impactar el suelo; no me quedó nada más que, sonreír y seguir caminando.

4 comentarios:

noib dijo...

entretenido cuento el de la piscola epifánica. me cagué de la de risa con la Berna y la Argentina. y me gustó caleta la pérdida momentánea de la piscola; eso de que se cae, aparentemente no hay más, viene la angustia, pero a penas uno recuerda que hay más, entonces no importa o importa menos. a quién no se le ha caído un copete o una botella entera? pues a mi sí. así que entiendo o mejor dicho recuerdo encarnadamente esos momentos al leer el cuento del señor FeliP.
y bueno, ese "el igualito a mi" tb quedó bien, además que las aprehensiones o los prejuicios se van a la cresta una vez que se "perdieron en los recovecos de la existencia".
y tb me gustó el final poético, casi épico y finalmente alcohólico. como todos los PCs en mayor o menor grado.

Hans dijo...

Debo decir que también me entretuve mucho con la historia del Señor Fredes. Aunque parece el relato perfecto de un carrete cualquiera, hay ciertos atisbos Borgeanos en ese "otro yo" que nos atormenta o nos persigue de vez en cuando y en la repetición del hecho de aparecer en el justo momento en que se caía la piscola. Realmente un acierto, aunque no totalmente original, un excelente guiño. Ahora, si uno quiere mirar un poquito más e hilar fino; a mi me dio la idea de una soledad acompañada, de un alcoholismo social en solitario, espero explicarme con esto. Lo digo porque muchas veces me he sentido así, tratando de escapar de algo o de muchas cosas mientras carreteo, sin embargo esoy lejos o más bien está ese "igualito a mi" atormentandome y recordandome que no puedo escapar a esa otra realidad.

Anónimo dijo...

No creo haberme reído con el cuentito este, mas bien trague saliva pensando en ese otro yo igualito a mi que parece ser pero no. Creo haberlo visto mas de alguna vez yendo antes que mi, en un carrete cualquiera, al refrigerador en busca de una piscola pero siempre sin hielo lo cual para cualquier Santiaguino promedio, Copiapino también o simplemente Chileno es casi limpiarse el poto con un conejo de pascua antes de que este salga a repartir sus dichosos huevitos, o esa un severo cagaso y de proporciones bíblicas. Lo que me parece curioso es que porque me lo imagino con un bigotito casi coqueto a este otro yo que pare ser mi pero no lo es? No sed, perdón, no se por que será pero la cosa es que la Berna y la otra loquita argentina me tienen chato, no se si a Ud. Pero lo que es a mi estoy hasta mis bolsas escrotales de tan ricas que son pero lo que es peor nada se puede comparar a que los balsas MANIFEROS y los que no lo, obligen a mi amigo que esta en Estado Rem, tenga que, sin salir de su estado, dejarlos pasar, ES Co Mo Mu Ch o o no?

Matias Bulnes dijo...

Muy simpático el posteo Fredy. Como bien observan todos, requiere una interpretación de tipo freudiana. Es ese otro yo el yo freudiano, el yo con complejo de edipo y todo eso? De cualquier manera, la interpretación de Hans me parece profunda e interpreta bastante momentos de mi vida. Sospecho q por ahí va la cosa.

Aunq no por esto dejo de albergar otras alternativas. Por ej., tb me pasa q ocasionalmente me encuentro a mí mismo luchando por no ser yo. A veces me sorprendo a mí mismo profundamente insatisfecho de cómo soy, avergonzado de mi personalidad grotesca. Acaso ese fantasma tb pena a Fred.