Las razones de mi suicidio no son importantes, con el contenido de este mensaje entenderás todo.
Mi nombre es Ismael Schnaggelberg y profeso la religión de los supuestos materiales del universo (de la cual no soy el único miembro). Mi madre murió cuando yo tenía 4 y mi padre fue un marinero al que nunca conocí; de él sólo conservo su pipa, que me da la fortaleza para dejar las cosas ir. No tuve hermanos y me crié en las calles del puerto de Valparaíso en la costa de Chile hasta los 12. El capitán Aguayo me estimaba por que robaba bien y nadie se daba cuenta. Por eso un día me dijo si quería acompañarlo a Nueva Zelandia a realizar algunos “negocios” más grandes. A mi me importaba poco donde estuviera tal lugar, sólo pensaba en surcar el mar infinito, llegar hasta el horizonte montado intrépidamente en el barco del capitán.
El mar me habló en ese viaje, y entendí cosas…de las que no quiero hablar ahora.
Mi padre me acompañaba en el humo elegante que salía de su pipa, revelándome con sus formas sutiles la naturaleza del mundo.
Hubo semanas en las que no podía salir a cubierta por la lluvia y las olas; ya casi era un fantasma, vomitaba todo lo que comía. En esos momentos el capitán me decía que el Señor estaba molesto por nuestros pecados y por eso nos trataba de esa manera, yo sólo lo miraba a los ojos y sonreía.
Otras semanas el sol brillaba violento y el mar era una gran piscina azul. En cubierta la brisa se llevaba el humo de la pipa mientras el capitán meaba hacia estribor. Entonces yo le preguntaba si al Tatita se le había pasado el enojo, o se había olvidado de todas las putas que se había fornicado o de todas las billeteras que yo me había robado. El capitán respondía que la misericordia del Señor era infinita.
De vuelta en el puerto me enamoré de una puta hermosa, sus ojos tenían navíos alejándose en el horizonte, y le entregué mi vida. En las noches con su cabeza sobre mi pecho, ella hablaba de sus sueños de niña, de aquel mensaje en una botella a la deriva en el mar y su encuentro fortuito con su autor. Mientras dormía yo pensaba en mi madre y en aquellas personas que dejaron un mensaje en el mar ¿cual era su motor, su esperanza?. Pensaba en las botellas como contenedores de sueños y dolor, la botella como un símbolo de la melancolía humana. Vaciar y vaciar botellas para ahogar el dolor, y al final llenar una con el elixir de las palabras y dejar que tome su propio camino hacia el horizonte, sin guía ni norte, sin opiniones ni criticas.
Nadie la había violado, tenia padre y madre vivos y de familia, sin embargo era puta. Cuando le pregunté por su decisión, ella contestó que tenía asco de la humanidad, y que con su oficio ayudaba a su exterminio, lento y silencioso, junto claro, con su propia aniquilación. Cuando esas palabras salieron de su boca, yo la sentí tan cerca que casi pude tocarla de verdad, casi deje de ser yo por amarla tanto. Desde ese momento nunca más pude hacerle el amor.
Estimado lector: encontrar este mensaje no tiene que ver con la suerte, yo te digo que las coincidencias no existen, el azar no existe. Los hechos colapsan en un mar de causas como gotas de lluvia, sin dirección, sin destino. No hay justicia universal, no hay justicia divina. Ahora que lees este mensaje yo estoy muerto. Sin embargo, mientras escribo estas líneas te imagino, ofuscado por mi estupidez, quizás articulando mis razones en tu discurso interno. Esto es una foto escrita, no es más que un veredicto de lo que ya fue, es lo que ya no es, yo estoy aquí sin estarlo, yo estoy en tu mente lector y tu nunca podrás saber la verdad, por que la verdad ahora tiene que ver con tu creencia. No le cuentes a nadie de tu hallazgo, toma este mensaje y devuélvelo a su botella. Lánzalo al mar donde pertenece, y donde siempre ha pertenecido. Deja que el bálsamo del tiempo atenúe el dolor y la angustia, encuentra una mujer y ten hijos que sean iguales a ti, vuelca el sentido de tu vida sobre otros y sálvate. Si no lo haces, probablemente terminaras como yo, colgando de una cuerda bajo la sombra comprensiva de algún árbol paciente que te obsequie generosamente una rama, para tu aniquilamiento.
Mi nombre es Ismael Schnaggelberg y profeso la religión de los supuestos materiales del universo (de la cual no soy el único miembro). Mi madre murió cuando yo tenía 4 y mi padre fue un marinero al que nunca conocí; de él sólo conservo su pipa, que me da la fortaleza para dejar las cosas ir. No tuve hermanos y me crié en las calles del puerto de Valparaíso en la costa de Chile hasta los 12. El capitán Aguayo me estimaba por que robaba bien y nadie se daba cuenta. Por eso un día me dijo si quería acompañarlo a Nueva Zelandia a realizar algunos “negocios” más grandes. A mi me importaba poco donde estuviera tal lugar, sólo pensaba en surcar el mar infinito, llegar hasta el horizonte montado intrépidamente en el barco del capitán.
El mar me habló en ese viaje, y entendí cosas…de las que no quiero hablar ahora.
Mi padre me acompañaba en el humo elegante que salía de su pipa, revelándome con sus formas sutiles la naturaleza del mundo.
Hubo semanas en las que no podía salir a cubierta por la lluvia y las olas; ya casi era un fantasma, vomitaba todo lo que comía. En esos momentos el capitán me decía que el Señor estaba molesto por nuestros pecados y por eso nos trataba de esa manera, yo sólo lo miraba a los ojos y sonreía.
Otras semanas el sol brillaba violento y el mar era una gran piscina azul. En cubierta la brisa se llevaba el humo de la pipa mientras el capitán meaba hacia estribor. Entonces yo le preguntaba si al Tatita se le había pasado el enojo, o se había olvidado de todas las putas que se había fornicado o de todas las billeteras que yo me había robado. El capitán respondía que la misericordia del Señor era infinita.
De vuelta en el puerto me enamoré de una puta hermosa, sus ojos tenían navíos alejándose en el horizonte, y le entregué mi vida. En las noches con su cabeza sobre mi pecho, ella hablaba de sus sueños de niña, de aquel mensaje en una botella a la deriva en el mar y su encuentro fortuito con su autor. Mientras dormía yo pensaba en mi madre y en aquellas personas que dejaron un mensaje en el mar ¿cual era su motor, su esperanza?. Pensaba en las botellas como contenedores de sueños y dolor, la botella como un símbolo de la melancolía humana. Vaciar y vaciar botellas para ahogar el dolor, y al final llenar una con el elixir de las palabras y dejar que tome su propio camino hacia el horizonte, sin guía ni norte, sin opiniones ni criticas.
Nadie la había violado, tenia padre y madre vivos y de familia, sin embargo era puta. Cuando le pregunté por su decisión, ella contestó que tenía asco de la humanidad, y que con su oficio ayudaba a su exterminio, lento y silencioso, junto claro, con su propia aniquilación. Cuando esas palabras salieron de su boca, yo la sentí tan cerca que casi pude tocarla de verdad, casi deje de ser yo por amarla tanto. Desde ese momento nunca más pude hacerle el amor.
Estimado lector: encontrar este mensaje no tiene que ver con la suerte, yo te digo que las coincidencias no existen, el azar no existe. Los hechos colapsan en un mar de causas como gotas de lluvia, sin dirección, sin destino. No hay justicia universal, no hay justicia divina. Ahora que lees este mensaje yo estoy muerto. Sin embargo, mientras escribo estas líneas te imagino, ofuscado por mi estupidez, quizás articulando mis razones en tu discurso interno. Esto es una foto escrita, no es más que un veredicto de lo que ya fue, es lo que ya no es, yo estoy aquí sin estarlo, yo estoy en tu mente lector y tu nunca podrás saber la verdad, por que la verdad ahora tiene que ver con tu creencia. No le cuentes a nadie de tu hallazgo, toma este mensaje y devuélvelo a su botella. Lánzalo al mar donde pertenece, y donde siempre ha pertenecido. Deja que el bálsamo del tiempo atenúe el dolor y la angustia, encuentra una mujer y ten hijos que sean iguales a ti, vuelca el sentido de tu vida sobre otros y sálvate. Si no lo haces, probablemente terminaras como yo, colgando de una cuerda bajo la sombra comprensiva de algún árbol paciente que te obsequie generosamente una rama, para tu aniquilamiento.
8 comentarios:
Habra que esperar aquel balsamo......pero me pregunto si es realmente que eso te hara olvidar o simplemente suavizara el dolor hasta que no creas sentirlo...pero esta ahi....y se quedara para siempre......
buen cuento.....saludos...
Encuentro difícil decirte algo Felipe sobre tu cuento, sin caer en puras flores..jajaja...así de tanto me gustó y creo que es uno de los puntos altos en los PCs y lo mejor que te he leído. Me recordó a varios autores...y creo que es una mezcla bastante atractiva. Sin quererlo, o quizás sí, tiene el sabor del Valparaíso pobre y del cabro chico que crece y se hace marino...y que termina siendo un naufrago errante...
el final y el remate le dan toda la razón al comienzo y eso es siempre un gatillador de satisfacción para el lector...
con respecto al aniquilamiento... creo que la historia le hace el mejor de los favores a lo que quisiste decir... o lo que yo creo que quisiste decir...la Fox hueón...
Un Abrazo Felipe
Abrazos PCs
btw... por qué la referencia a NZ? Porque queda a la chucha??..jaja..
En realidad si, por que queda a la chucha y yo cacho que el puro subconsciente no mas po, jeje.
un placer que le guste pues Hans.
Un abrazo para esos confines del mundo.
Concuerdo con Hans. Sin duda lo mejor que te he leído fredes y un highlight de los postcolombinos. Me gusta tanto que me hubiera gustado escribirlo a mí. Tiene esa melancolía robusta y no autocomplaciente de las historias de mar. El fantasma del padre en el humo de la pipa, las conversaciones, la historia de amor; todo fuerte y sin amarras. Y es una carta suicida, llena de vitalidad, con la comprensión infinita de lo que es la vida sin ese temor estupido del que vive refugiado temeroso en su rutina. Tiene poesía, la poesía de un mensaje en una botella. En fin puras flores. Una pura pregunta? el nombre ismael es guiño literario o puro rajazo? una vez más felicitaciones.
mmm creo que Ismael se esta transformando en algo asi como mi alter ego. No se de donde chucha salio el nombre, pero el apellido lo invento la bettina y me gustó.
muchas gracias por las flores, chucha siempre sorprende lo que lee la gente en lo que uno escribe. uno ni se imagina lo que pasa en la cabeza del otro. Me da gusto que le guste.
Un abrazo.
La locura mística entonces. Moby Dick que tambien es de marinos y mares parte con la siguiente frase: "You can call me Ishmael". Que es el nombre del protagonista y el narrador en primera persona de los periplos del barco del capitan Ahab. Por eso pense que tu carta tenía ese guiño literario. En fin, como dijo Ismael; las coincidencias no existen, los hechos solo colapsan en un mar de causas. Saludos marinos.
Discrepo levemente con la opinión general. Me gusto el relato, pero no creo q me haya gustado más q otros de Fredy. Tiene una cierta profundidad poética q confabulada con la temática marina le da una grandeza mística fuera del alcance del ciudadano corriente. Pero el argumento me pareció un poco laxo, quizá disconexo. En todo caso, reitero q me gustó y entretuvo el relato. Más aún, creo destacable la buena prosa del profe fredes.
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