Sentía un vértigo, una desesperación tranquila, algo así como una secuencia de palpitaciones difíciles de expresar: ¡era mucho más fácil pensar!, le dijo una vez un sacerdote. Pedro estaba en su pieza, era de noche, la luz permanecía encendida, el aire lo respiraba tibio aún cuando la ventana se encontraba abierta. Su mirada se dirigía hacia el suelo. Cuando levantó la vista, su reflejo apareció en la ventana. Fue justamente en ese instante, cuando al mirar por segunda vez (la silueta especular), le pareció la de un muerto. Miró con detenimiento, observó, y volvió a contemplarse; realmente se veía como un muerto. Sorprendido, se preguntó concienzudamente si en realidad estaba en equilibrio con el medio. Y si así fuera, cómo es que no se había dado cuenta antes. Recordó la película de M. Night Shyamalan, donde todo el argumento se basaba en eso, eso que le estaba pasando justo “aquí y ahora”. Mas luego de pensarlo en serio, soltó una carcajada nerviosa y volvió a ejecutar aquello en lo que había estado ocupado. En un arrebato anti-existencialista se paró y corrió las cortinas, su reflejo desapareció. Mientras pensaba en lo extraño de cómo se sentía, contempló una leve erección, que luego de unos minutos se desvaneció. Volvió a levantar la mirada, ahora las cortinas estaban cerradas. Éstas eran de color celeste, pero un celeste ponceado. Supuso que las habían pintado con un aspersor o algo parecido. Mirando recovecamente vislumbró, esta vez en las cortinas, cómo surgían unas caras aterradoras; de fetos y duendes horripilantes, con narices enormes y ojos perturbadores que no dejaban de mirarlo, al tiempo que no podía enfrentarlos de un modo victorioso. Su corazón empezó a latir fuerte, los pelos se le erizaron por todo el cuerpo, y un frío como verglás estremeció su mentalidad. Al unísono, un fuerte zumbido se escuchó por fuera de la ventana. Conmocionado, Bleiq se levantó a mirar queriendo salir, salir de ese estado. Parecía ser una mosca o quizás un tábano, pero lo extraño era que volaba de noche; no podría haber sido una avispa, además que el sonido de su aleteo era en extremo agudo. El insecto o lo que fuere, no dejaba de chocar frente a la lucera, una y otra vez, como si quisiera entrar. ¿A dónde? ¿A su pieza? ¿Por qué? Parecía estar escapando de algo, algo terrible, semejante a una persecución inquisidora. Pedro no logró tranquilizarse, incluso cerró ambas ventanas a pesar de que tenían mosquetero. El tábano seguía insistiendo, y sus aleteos no paraban de chocar contra las junturas. Al cabo de unos minutos, la intensidad de la obstinación se acrecentó, ahora aquel gorgojo trataba de penetrar por debajo, los zumbidos parecían súplicas desesperadas. Pávido estaba el insecto: pensó. ¿Qué hacer, dejarlo entrar?, y cuando entrara, ¿qué iba a suceder? Lo más perturbador :percibía: era la sensación que le transmitía el bicho; estaba aterrado, honestamente aterrado, y estaba huyendo, ¿pero de qué?, de qué puede huir un díptero a las 3 AM, un día martes. La imprudencia, el aleteo y los choques comenzaron a decrecer hasta esfumarse. La fatiga lo había consumido, el cansancio dio origen a la tranquilidad y a la paz; aquello que desesperadamente había estado buscando. (InTuyó que había muerto). ¿El descanso final?, o el comienzo del descanso ¿final? Se figuró que había fenecido tratando de escapar. Y él, lo había impedido. Lo había impedido o simplemente -él- había sido parte de un momento donde sólo le correspondía ser espectador, ¿de qué?, ¿de una muerte desesperada, o de un anhelo cumplido?, ¡quién sabe! Sus tripas se retorcieron inapelablemente; P.B. se levantó en dirección al huater, tomó El Mostrador y sentose a defecar, ¿a cagar?: así es, y así ha sido siempre, sentenció una voz rotundísima.
viernes, 28 de noviembre de 2008
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5 comentarios:
Dr. Vega, a mi parecer su escrito más complejo. No porque nos lleve de lleno a la demencialidad con la que bleik coquetea a ratos, sino porque está justo en el límite. Tiene un sabor de tensión psicológica media en ensueño, media vigilia paranoide. Está como equilibrandose en una cuerda, en esos momentos que sólo se conocen en la soledad. Me cuesta comentarlo aunque me evoca un recuerdo de una noche media febril que tuve como a los 12. Es más bien un sabor mental que un relato, y lograr eso cabalmente en la literatura es dificil. La resolución de cagar al final me gusta como liberador de la tensión, muy al estilo vega claro está. Tiene algo del cuervo de poe, algo. No es un escrito redondo, pero me gustó. Quizás precisamente por las aristas. Buen escrito señor trovador. Una pregunta eso si, sabiendo que no va contestar, que chucha es vergla?
Verglás:
n. f. Galicismo. Capa de hielo, transparente y de escaso espesor, que se forma en la superficie del suelo o de las rocas.
jajajajaja....roit!!!
Me pregunto si parte del proyecto era rescatar la inevitable y muchas veces casual interferencia de unos con otros en el mundo. La situación que uno vive como un asunto de vida o muerte el otro la vive como una mera incomodidad. Nuestras vidas están indefectiblemente cruzadas. Y por esto, me refiero a las vidas de todos los seres vivos. La vida y la muerte son 2 caras de la misma moneda y también de la mismas situaciones.
Concuerdo también con el comentario de profe Pez. El tema de demencialidad está tratado de manera interesante. Esa fina línea entre estar cuerdo y estar loco que a veces se hace más fina, está bien retratada en el relato. Muy buen trabajo.
es divertido leer este relato, debido a que yo escuche varias de los eventos que componen el cuento de boca de Tomas, eventos que le sucedieron a él. Es muy interesante ver ahora esos eventos articulados literariamente y lo que probablemente produjeron en Tomas se transparenta a traves del escrito. Tengo este ¨prejuicio¨ o esta ¨ventaja¨sobre los otros lectores que me hacen ver el cuento de esta manera.
pensare como sacarme el prejuicio o ventaja de encima.
Disculpas por el retraso.
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