domingo, 19 de julio de 2009

Biopsia

Era imposible pero lo había logrado. El universo está atado para evitar actos como este. Me tomó años desentrañar un modo. Pero aun contra dioses y demonios, oponiéndome a todo lo creído me tenía así desnudo y boca arriba. Me veo con la mirada turbia, jadeando sobre la mesa de acero inoxidable. Las pupilas dilatadas de pavor rígido y completamente inmóvil. En cambio yo vestido con el delantal, la pechera, anteojos de seguridad, botas de goma, doble guante de látex, mascarilla y gorro. Aséptico y escéptico. Mi carne contrasta contra el metal de la mesa de acero inoxidable. A mí costado la mesita con todo el material quirúrgico. El vacío abismal crece en mis tripas, tomo el bisturí. Una ira silenciosa se tuerce en mi espina. Contengo todo con un apretar de dientes, pero un pensamiento se me escapa: “Patético y debilucho”. Completamente quieto pero sin anestesia yo yazgo como un bulto. La palidez de mi cuerpo me asquea.
Por la parte interna de la pierna izquierda, desde la ingle hasta la rodilla trazo una línea de carne abierta. Mientras me mantuviera superficial no tocaría la femoral. La sangre se derrama negra. Estoy tentado a probarla, se ve tan espesa. Para poder remover más piel rodeo la extremidad con el filo por debajo del glúteo a través de la ingle hasta acabar en la cadera. Otro tajo rodea la articulación de la rodilla. Quiero ver los músculos. La hipodermis cede cuando rasgo la piel hacia fuera desnudando el muslo. Primero el cuadriceps y luego el bíceps. Me sorprende la rojez carnicera de mi pierna. El dolor insostenible arde como envuelto en ácidos, obligándome a mantener el equilibrio con la pierna derecha.
Hurgo minuciosamente entre las facias. Las punzadas son intensas, siento los dedos del pie ligeramente adormecidos. Sólo hundiendo los dedos y moviendo la carne logro encontrar el fémur. Desprender las adherencias entre músculo y hueso duele muchísimo, más de lo esperado y me produce contracturas y calambres. El color marfil manchando con sangre parece alguna gema preciosa. Limpio toda la zona con gasa y algodón. El blanco óseo trasluce como una luna. Aburrido de las extremidades me dirijo al tronco.
Mi sangre hierve de pavor y ansiedad. Rasgué todo lo que evitaba este momento y ahora iba a rasgar mucho más. Aún así, hay cosas que no pueden separarse jamás. La expectación me embarga.
Me aproximo al eje ventral, la hoja metálica destellando en mi mano cubierta de látex color leche. Sé que va a doler. Con la sonrisa llena de ironía un pensamiento mudo, “Sufre”. Hundo el escalpelo, el dolor es intenso. Me recorre desde el ápex del esternón hasta el comienzo del pubis, dejando el ombligo al lado izquierdo. Sigo cortando por el arco de las costillas. La agudeza del filo hace que sienta un frío violento desgarrándome. Toma fuerza cortar los músculos abdominales.
Sé que cualquier error puede matarme. La ansiedad y el pavor me embriagan. Puedo sentir todo mi cuerpo pulsando. No podía sacar nada, pero podría ver. Ver y tocar. Hurgarme e indagarme hasta donde mi morbo quedase saciado. En una pausada viscosidad sumerjo mis dedos platificados por detrás de las tripas, desfondándolas hacia fuera. Mover el peritoneo completo. Veo como el estómago se tensiona. El hígado brillante con un color vino, un poco más pálido de lo que me esperaba. Detrás se asoman los riñones y sobre ellos como dos grasitas, las suprarrenales. Las madres de todos los miedos. Ahora deben estar descargando como locas, las siento. Siento como la sangre me arde mientras me recorre.
La idea de tener mis dedos entre la tibieza mis órganos, despejando para ver que hay más atrás me desata nauseas y tengo que sujetarme un minuto para recuperar el equilibrio. Ya no sé si el perforante desgarro que siento en la guata es dolor o pánico. Quiero verlo todo, tajantemente todo. El olor a sangre es inevitable. Me asombro mirando mis intestinos, mi páncreas, mi hígado. Todo moviéndose ligeramente. Es como estar en un acuario rojo en vez de azul.
Con el diafragma intacto el corazón se transluce apenas mostrando la violencia de su palpitar. Adrenalina y dolor. Deseoso de ver el eje de las pasiones, la bomba eterna que mueve mi sangre, toda la mugre acumulada en mis pulmones. Pero la jaula de mi corazón debe permanecer cerrada. Si abro el tórax, se me escaparía la pneuma. Las presiones del mundo serían idénticas a las presiones de mi pecho, el aire en mí colapsaría y dejaría de respirar. El corazón secándose lentamente, sacudiéndose como un pez fuera del agua. Si quiero terminar esto, no puedo tocar el tórax.
Al levantar la mirada, frente a mí adherido a la pared un espejo se abre como una puerta de metal oscuro. Verme con el delantal manchado con mi sangre se vuelve una pausa dura. Mi aliento húmedo se enreda consigo mismo, atrapado en mi mascarilla. Había empezado a sudar. Comenzaba a sentir miedo. ¿Por qué hacía esto? ¿Qué ganaría? Pero como una astilla incrustada flotando dentro de mi cabeza jamás me dejaría en paz, y ojala así fuera porque sino moriría de verdad. Peor que cualquier muerte. Sé lo que busco, sólo que aún no le tengo un nombre (o finalmente me había vuelto loco).
Tomo la sierra circular y me dirijo a la cabeza. La enciendo y el ruido a la vez me aterra y me fascina. El dolor en el abdomen es cada vez mayor. Me cuesta caminar. Con los dedos enguantados escojo un lugar sobre las cejas. Empieza y la sierra lo enrolla estirándolo hasta romperlo. Paro la sierra y saco los trozos de plástico atorados. Me saco los guantes de ambas manos. Termino de cortar con las manos desnudas. El dolor en mi cabeza es abrasivo y a ratos insostenible. Con esfuerzo termino el trabajo sin detenerme. Dejo la tapa de mi cráneo como un cuenco a un costado de la mesa. La cabeza se me parte.
Se me asoman los dos hemisferios como laberintos gordos y grises. La intrincada simetría es fascinante. Me quedo un rato mirando, reconociendo fisuras. No por un despliegue nemotécnico sino que para mantener algo de coordinación senso – motriz. Sabía que era una pésima idea. Pero me ardía como un carbón rojo al centro del cráneo. Entiendo que habrá consecuencias. Acaricio con un dedo la superficie frontal del cerebro y la sala se pone hedionda con un intenso olor a flores, rosas y jazmines. No me resisto y hundo un dedo en mi sesun golpe seco y el carrito casi desaparece cayendo conmigo de manera vertiginosa, a mi lado mi hermana gritando, velocidad y los rieles viran bruscamente a la izsos, aunque con cuidado… Wow ¿Qué fue eso? Un sabor a cobre en la boca y de repente me siento mucho mejor. Nada me duele y veo más luminoso. Me toma un segundo y entonces me veo acostado, abierto, sangrando, las pupilas fijas en el techo como dos pozos. Ahí es cuando todo se me ensombrece y se vuelve a tornar verde institucional y blanco fluorescente. De golpe recuerdo todo. Me arranco la mascarilla y tomo una enorme bocanada de aire. Me siento sofocado. El olor a flores sigue ahí, fuertísimo. Entonces lo pierdo y lo recupero.
Me coloco cara a cara frente a mí. Boca abajo y boca arriba. Mis pupilas vacías clavándose en mis ojos. Mi aliento cae y es engullido por mi boca. Este reflejo de carne. La sangre se derrama levemente tras las cejas hasta mojar las sienes y las orejas. Ambos hemisferios protruyen groseros en vez de pelo. Decidido a hacerlo. La trayectoria definida. Con el dedo izquierdo del corazón por el centro de donde estaría la frente, entre los lóbulos frontales hasta el fondo. Con el dedo derecho desde la coronilla hacia abajo. A la vez presionando todas las decusaciones callosas. Uno, dos, trestalla toda la pieza desarmándose como si fueran cristales rotos. La vida me quema y no me contiene. Los sentidos y la cordura se me incendian de luz. (Todo se vuelve blanco y despierto) ><>

9 comentarios:

noib dijo...

clap clap clap, ¡notable!!! esto para partir, de ahí el detalle.

Sirkonio dijo...

Don Pez: Creo que ha llevado el realismo a su máxima expresión en este cuento. La verdad, me costó mucho leerlo, porque me perturbó el detalle de la narración. Logró generar en mi un escalofrío y una sensación de "asco" que me costó dominar. De hecho, la primera vez no logré pasar del segundo párrafo. Fuerte, no sólo por la descripción, sino además por el personaje en sí. La expresión sublime del sadismo. La contra parte en la contra parte. Notable señor, uno de los cuentos más crudos que he leído. Mis felicitaciones.

pez dijo...

wow. estoy impresionado. para serles honesto pense que no le iba a gustar a nadie. al terminarlo me quedo la sensacion de que era un bloque intragable. weno mas al final. salutes.

real visceralista dijo...

Coincido con el profesor noib: NOTABLE.
La crudeza le otorga una sutil repulsión que sólo contribuye a engrandecer el texto. El morbo se constituye en un aliado sin medida durante la lectura.
La frase: "El corazón me lo saco con mucho cuidado porque suele enredarse con el entorno" me provocó escalofríos. Todo en su lugar, ni hablar de la elección del link.
Felicitaciones pez, es un texto para atesorar.

pingui dijo...

A pesar de lo extenso que se ve el texto (por lo que pospuse leerlo durante varios dias)se lee rapido.
La pregunta es si se lee rapido por el desagrado que causa o por lacuriosidad del morbo.
Lo que si se es que llegue hasta el final por lo que tengo que reconocer que me gusto pero no puedo parar de pensar porq Pez siente la nececidad de escribir algo como esto.

Matias Bulnes dijo...

En una instancia como ésta, el objetivo literario es difícil de alcanzar. Uno tiene q consiguir impactar al lector en unos pocos párrafos. No hay tiempo para desarrollar el contexto de la historia, ni elaborar los personajes. Uno tiene q knockear al lector de un solo golpe (o touché, pa usar terminología PostC). Creo q en ese juego este relato es difícil de superar. La temática de por sí es gore (me recordó a pasajes de American Psycho). Pero, como agudamente observa Sirkonio, eso no es todo. El sadismo del personaje multiplica el impacto y lo hace casi insoportable. Uno puede o no "disfrutar" narraciones como ésta, pero en ningún caso quedar indiferente. Pronostico que este post marcará un hito en la literatura Postcolombina. Por la simpleza de los elementos y la enorme funcionalidad con que están entrelazados en la narración creo que este relato es la obra cúlmine de Pez. Refleja la maduración definitiva de su sello postcolombino. Una pequeña obra maestra en mi opinión.

noib dijo...

quisiera partir felicitándolo don Pez. me gustó mucho su cuento.

debo reconocer q la primera impresión al verlo fue: ufff, q extenso. por lo q me tomé un par d días para leerlo calmadamente. a medida q avanzaba en la lectura, mi entusiasmo comenzó a crecer exponencialmente. q precisión en la descripción de los acontecimientos. y q locura tb proponerse tal relato. pero lo interesante es q funciona y muy bien. la sutileza para el más letrado, biológicamente hablando, es perfecta. en ese sentido se parace mucho a Futurama, donde los tuchés hacen q alguienn d afuera le de risa; la diferencia es q un cinetífico se rekga d la risa. esa es una de las grandes acrobacias de este post. sin duda alguna la parte q más me gusta es donde el propio empieza con sus dedos a tocar su cerebro generando un sinnúmero de efectos como placer, olores agradables e incluso incongruencias d la realidad manifestados notablemente en la escritura. por otro lado, la utilización del hipertexto da una dinámica interesante. una especie de "Rayuela" Postcolombina.

q quiere q le diga, concuerdo plenamente con el profesor Bulnes: su obra maestra postcolombina.

saludos,

Hans dijo...

Estimado Prof. Pez,

Creo haber dicho antes, no sin zalamérico humor, que me cuento entre sus fans. Y este escrito especular suyo amerita que salga de mi auto-exilio silencioso y le dé mi opinión, siendo un ejemplo de porqué digo lo que digo.
Más que una gran idea; que por cierto lo es, es una gran historia, a mi parecer, digna de Poe, Lovecraft y por qué no decirlo, nuestro querido JLB.
Concuerdo con muchas cosas ya dichas aquí por todos los queridos Profesores. Sólo quisiera agregar o más bien recalcar el buen uso que se le ha dado al espejo hipertextual de este pasquín. Y a mi parecer queda demostrado con este (auto)sádico relato.
La curiosidad científica y la locura sensorial me parecen elementos que logran realzar la idea aún más y que dejan al lector tremendamente espectante, a pesar del 'miedo' a la extensión que se sufre al recién verlo...
Profesor, una excelente PostColombinidad...un aplauso!!
Abrazos y Saludos PCs.
Hans.

pez dijo...

Gracias a todos por su tiempo y paciencia. Y más gracias por sus comentarios. La verdad que en cuando recien lo publique pense que me lo iban a tirar por la cabeza. Mucha tripa y muy largo. Que me motivo pregunta pingui (gracias a los comentarios afuerinos, aunque parece que tic tac no tuvo el estomago ;)) la verdad no tengo idea. fui a buscar algo en un rincon oscuro del subconciente y sacarlo para afuera. Reflejos y yo - yoes. El que salga del subconciente no me deja mejor parado pero me ahorra la respuesta. Con respecto a las intensiones tras el post, creo que fueron todas comentadas. el contraste de los espejos supongo que era de motivación viva contra la motivacion muerta. Y de la total fisicalidad del yo a la versión completamente cartesiana y por lo tanto religiosa patriarcal. Se agradece el espacio y la paciencia de los PCs y no PCs. Obra maestra? eso lo decide cada lector. Por lo que respecta a su seguro servidor, seguirá tratando. salutes.