Todo lo que les voy a contar sucedió en la realidad. Si no están dispuestos a asumir eso, mejor no sigan leyendo. Hace un par de meses, quizás más, estaba sentado en mi balcón tomando una café y haciendo lo que normalmente más disfruto hacer en mi departamento. Contemplar la vista al anochecer. A la distancia se observan cerros cubiertos de verde, no hay muchos edificios altos en el horizonte y se puede apreciar una no despreciable cantidad de grandes árboles entre medio de las pequeñas casa. Con un poco de suerte, a veces hasta se ve salir la luna llena por entre los cerros. Amanecer de luna, me gusta llamarle. Estaba disfrutando uno de esos atardeceres cuando noté que la gran araucaria que normalmente contemplaba hacia el norte había sido reemplazada en mi campo visual por una imagen atroz, enfermante, nauseabunda. Un cartel de unos siete metros de altura sobre el techo de un local comercial, con la cara de Piraña en su máximo esplendor y una frase que rezaba “recuperemos la seguridad para nuestras familias”. Un derroche de creatividad electoral!!! No sé qué fue lo que más me molestó, si la flagrante violación de la Ley Electoral que estaba quedando impune, o la contaminación de mi espacio visual. Mi mente comenzó a divagar en formas de hacer cagar el afiche, en un acto de rebeldía máxima contra el permisivo sistema. Tal vez tirarle unas bombas de pintura, o a lo mejor una molotov. Que ganas de tener superpoderes y hacer cagar todos los carteles de campaña que ensucian nuestras ciudades. Que ganas de entrar en la mente de estos güeones y obligarlos a sacarlos todos.
En eso divagaba cuando, como si se tratase de un cuento, una luz apareció sobre mi balcón. Era cálida, pero fría, y me comenzó a elevar sin que me moviera. La puta, me están abduciendo!!!, pensé inquieto pero con una insólita tranquilidad. El balcón, así como el cartel de Piraña, se hacían cada vez más pequeños. Qué puedo decirles, la vista desde ahí era harto más chacal que la que tenía desde mi balcón. No sé cuanto tiempo transcurrió hasta que me detuve, o se detuvo, es un poco confuso. De hecho, a pesar de que dejé de moverme, los objetos se siguieron haciendo cada vez más distantes, hasta incluso lograr distinguir la curvatura del planeta. Imagínense mi excitación, aunque me encontraba extremadamente tranquilo. Puta, ojalá lo de las operaciones rectales sea mentira, pensaba mientras abandonaba el planeta con la mente en blanco. De repente, todo se hizo oscuridad, excepto por una luz que apareció en frente mío desde donde surgió una figura antropomórfica. Claramente, un habitante de otro mundo. O al menos de una nave espacial.
Maldito Hollywood y sus putos estereotipos!!! Años esperando este minuto, y para qué?!! Todo falso!!! El “marciano”, por decirle de alguna manera, no podía ser más normal. Nada de ojos negros oblicuos ni movimientos como de bailarina, ni en pelota sin genitales. Sólo un poco regordete y bastante mal vestido. La falta de gravedad, seguramente, pensé con incertidumbre. La nave, pfffff, mismo cuento. Harto charcha la güeá de nave. Nada de paredes limpias y luminosas, ni puertas de corredera con sonidos como de frenos de aire. Ni ventanas donde se proyectaran gráficos raros. Sucia, oscura y cuadrada, puertas manuales y con chirridos. Me hago famosos si les muestro el WD40. El susodicho “marciano” se acercó a mí, con una sonrisa en su rostro. Welcome to my spacecraft, earthling, I’m Elmar. Me dijo. Puta, sorry güeón, pero soy Chileno, replique invocando toda mi dignidad criolla. Mis disculpas, contestó cambiando rápidamente de idioma, demostrando o una excelente educación particular, o una excelente tecnología lingüística. Bienvenido a mi nave, chilenícola. Elmar me explicó brevemente, durante los siguientes 45 minutos, que su especie era antiquísima y que llevaban un tiempo monitoreando nuestro planeta. Somos una raza avanzada, decía cada tanto, que nos encargamos de introducir mejoras en otros planetas. Seguramente comenzó a notar mi cara de aburrimiento cuando mencionó, Así, querido amigo, estamos habilitados para concederte un deseo, lo que quieras. Imagínense lo que pensé en ese minuto. Resulta que los marcianos no sólo son medio charchas, sino que además son lámparas de Aladino! No sé por qué la respuesta salió tan rápido desde mi boca, aunque seguramente adivinarán lo que pedí. Quiero tener superpoderes. Quiero ser un superhéroe, exclamé con seguridad, aunque sintiéndome algo ridículo. Elmar sonrió con cara de preocupación, mientras sacaba un libro de uno de los muros de la habitación donde nos encontrábamos. Dicho sea de paso, el libro también era bastante rasca. Es algo característico de tu especie que pidan, o dinero o ser superhéroes, me dijo mientras yo ojeaba el libro que me había pasado. Sus páginas, para mi estupefacción, no sólo estaban llenas de caracteres que no reconocía, sino también de fotos de gente que reconocía con toda certeza. El problema es que el proceso que utilizamos en la generación de superhéroes se basa en exacerbar lo mejor de cada individuo, y es de ahí de donde obtienen los poderes. El punto es que “lo mejor” de cada individuo no siempre es “lo más bueno” de ellos. Algunos logran manejarlo, otros no, me explicaba Elmar mientras pasaban las fotos frente a mis ojos. Gandhi, Atila, El Che, Carlo Magno, Jesucristo, Bill Gates, Mel Gibson. Mel Gibson! Exclamé con sorpresa y risa. Pedimos disculpas hace tiempo respecto a eso, respondió Elmar visiblemente afectado. Me contó que el número de superhéroes terrícolas ya iba en 68 y el de millonarios en 139999. Me invitó a pasar a una sala contigua, igual de picante, y me ofreció una píldora. Obviamente me la tomé. ¿Esto me hará superhéroe? Pregunté ansioso. No, me respondió Elmar, eso es para tu mal aliento. Me invitó a entrar a una cámara oblicua, donde nuevamente rogué que lo de las inspecciones anales fuese mentira. Una vez dentro de la cámara, perdí el conocimiento. La consciencia, para ser exactos. Al despertar, me fijé que Elmar me miraba estupefacto. También me fijé que no sentía ningún tipo de dolor rectal. Espero que tengas éxito, me dijo visiblemente nervioso. El proceso, añadió, no se pude revertir. Tampoco hay manuales ni indicaciones. Tampoco te estaremos observando. Tú deberás manejarte sólo.
Y así, sin decir rayo láser va, me devolvió a mi balcón. No sé cuanto tiempo pasó, seguramente entre mucho y poco. Cuando me posé sobre el suelo, en realidad sobre el piso del balcón (vivo en el noveno piso) me sentí raro. Como más liviano, pero más fuerte. El primer golpe que recibió mi cerebro fue al tratar de abrir la puerta de corredera del balcón. No pude abrirla, porque mi mano pasó a través de ella. Pero ojo, no se confundan. No fue eso lo que me golpeó. Fue mirar mi mano, por ponerle algún nombre. Lo que de verdad vi fue algo cómo mi mano, pero de una sustancia negra, parecida a como se vería el fuego en gravedad cero. Como un líquido a punto de solidificar…o un sólido a punto de liquificar…es confuso ahora que lo pienso. Pero me estoy desviando. Como podrán entender, no fue necesario abrir la puerta, y con un poco de temor noté que podía atravesarla. Lo segundo que golpeó mi mente fue tratar de entender por qué cresta atravesaba las paredes pero no pasaba cagando al piso de abajo!!! Aún no entiendo esas reglas. Intentando clarificar la situación, me dirigí hacia el baño de mi pieza. En el camino me topé con mi compañero de casa, el que al verme dejó escapar un grito aterrador, así como todo el color de su cabellera. Cayó al suelo, desmayado. Extrañamente, el hecho no me causó ningún tipo de conmoción. Seguí caminando hacia mi pieza y llegue al baño.
No puede evitar dejar escarpar una carcajada cuando me vi en el espejo. Así que esto es lo que queda al sacar lo mejor de mí. El espejo me mostraba una figura humanoide negra, entre sólida y líquida, con un rostro que derrochaba sarcasmo y malicia. En ese momento reconocí mis poderes, como si me hubiesen pasado un libro. El mayor es la manipulación, la manipulación de la mente humana. Me tardé un par de días en lograr controlar el cambio a mi apariencia humana normal. Mi compañero se recuperó de la impresión, aunque desde entonces le dicen el “cabeza’e talco”. Fue de vital ayuda a la hora de poner a prueba mis poderes. Durante la semana que siguió a la visita de Elmar, me dediqué a pequeñas travesuras para determinar el alcance de mi poder. Ahora ya esta todo claro y consumado. Soy un manipulador onírico de voluntades.
Entraré en tu conciencia, en tus sueños, y ahí te manipularé, te atormentaré. Te haré ver lo que yo quiero que veas, utilizando tus temores, tus anhelos, tus deseos más ocultos. Despertarás y no sabrás por qué estas agitado, inquieto, intranquilo. Por qué tienes temor de dormir de nuevo. Te acosaré durante días, sin cesar. Te haré recorrer caminos oníricos que harán que, en comparación, Freddy sea un niño de pecho. Fundiré mis puntos de vista con tus temores. Hasta que un día despertarás sabiendo, sin saber por qué, qué es lo que tienes que hacer, cómo debes actuar, que es lo que debes cambiar. Y lo harás por decisión propia, pero inducida. Sabrás que sólo haciendo eso te dejarás de atormentar y podrás descansar. Y serás una mejor persona, eso te lo aseguro. O morirás. Morirás de angustia, de temor, de psicosis. Sé que puede sonar a un tipo de superhéroe algo bruto, algo sádico, algo poco canónico. Quién soy yo (aparte de un superhéroe generado por un extraña raza de “marcianos”) para decidir que es lo bueno y que es lo malo. Aunque después de ver al cura Hasbún en la lista de imágenes, creo que no soy el peor.
Adivinen a quién fue al primero que visité.
En eso divagaba cuando, como si se tratase de un cuento, una luz apareció sobre mi balcón. Era cálida, pero fría, y me comenzó a elevar sin que me moviera. La puta, me están abduciendo!!!, pensé inquieto pero con una insólita tranquilidad. El balcón, así como el cartel de Piraña, se hacían cada vez más pequeños. Qué puedo decirles, la vista desde ahí era harto más chacal que la que tenía desde mi balcón. No sé cuanto tiempo transcurrió hasta que me detuve, o se detuvo, es un poco confuso. De hecho, a pesar de que dejé de moverme, los objetos se siguieron haciendo cada vez más distantes, hasta incluso lograr distinguir la curvatura del planeta. Imagínense mi excitación, aunque me encontraba extremadamente tranquilo. Puta, ojalá lo de las operaciones rectales sea mentira, pensaba mientras abandonaba el planeta con la mente en blanco. De repente, todo se hizo oscuridad, excepto por una luz que apareció en frente mío desde donde surgió una figura antropomórfica. Claramente, un habitante de otro mundo. O al menos de una nave espacial.
Maldito Hollywood y sus putos estereotipos!!! Años esperando este minuto, y para qué?!! Todo falso!!! El “marciano”, por decirle de alguna manera, no podía ser más normal. Nada de ojos negros oblicuos ni movimientos como de bailarina, ni en pelota sin genitales. Sólo un poco regordete y bastante mal vestido. La falta de gravedad, seguramente, pensé con incertidumbre. La nave, pfffff, mismo cuento. Harto charcha la güeá de nave. Nada de paredes limpias y luminosas, ni puertas de corredera con sonidos como de frenos de aire. Ni ventanas donde se proyectaran gráficos raros. Sucia, oscura y cuadrada, puertas manuales y con chirridos. Me hago famosos si les muestro el WD40. El susodicho “marciano” se acercó a mí, con una sonrisa en su rostro. Welcome to my spacecraft, earthling, I’m Elmar. Me dijo. Puta, sorry güeón, pero soy Chileno, replique invocando toda mi dignidad criolla. Mis disculpas, contestó cambiando rápidamente de idioma, demostrando o una excelente educación particular, o una excelente tecnología lingüística. Bienvenido a mi nave, chilenícola. Elmar me explicó brevemente, durante los siguientes 45 minutos, que su especie era antiquísima y que llevaban un tiempo monitoreando nuestro planeta. Somos una raza avanzada, decía cada tanto, que nos encargamos de introducir mejoras en otros planetas. Seguramente comenzó a notar mi cara de aburrimiento cuando mencionó, Así, querido amigo, estamos habilitados para concederte un deseo, lo que quieras. Imagínense lo que pensé en ese minuto. Resulta que los marcianos no sólo son medio charchas, sino que además son lámparas de Aladino! No sé por qué la respuesta salió tan rápido desde mi boca, aunque seguramente adivinarán lo que pedí. Quiero tener superpoderes. Quiero ser un superhéroe, exclamé con seguridad, aunque sintiéndome algo ridículo. Elmar sonrió con cara de preocupación, mientras sacaba un libro de uno de los muros de la habitación donde nos encontrábamos. Dicho sea de paso, el libro también era bastante rasca. Es algo característico de tu especie que pidan, o dinero o ser superhéroes, me dijo mientras yo ojeaba el libro que me había pasado. Sus páginas, para mi estupefacción, no sólo estaban llenas de caracteres que no reconocía, sino también de fotos de gente que reconocía con toda certeza. El problema es que el proceso que utilizamos en la generación de superhéroes se basa en exacerbar lo mejor de cada individuo, y es de ahí de donde obtienen los poderes. El punto es que “lo mejor” de cada individuo no siempre es “lo más bueno” de ellos. Algunos logran manejarlo, otros no, me explicaba Elmar mientras pasaban las fotos frente a mis ojos. Gandhi, Atila, El Che, Carlo Magno, Jesucristo, Bill Gates, Mel Gibson. Mel Gibson! Exclamé con sorpresa y risa. Pedimos disculpas hace tiempo respecto a eso, respondió Elmar visiblemente afectado. Me contó que el número de superhéroes terrícolas ya iba en 68 y el de millonarios en 139999. Me invitó a pasar a una sala contigua, igual de picante, y me ofreció una píldora. Obviamente me la tomé. ¿Esto me hará superhéroe? Pregunté ansioso. No, me respondió Elmar, eso es para tu mal aliento. Me invitó a entrar a una cámara oblicua, donde nuevamente rogué que lo de las inspecciones anales fuese mentira. Una vez dentro de la cámara, perdí el conocimiento. La consciencia, para ser exactos. Al despertar, me fijé que Elmar me miraba estupefacto. También me fijé que no sentía ningún tipo de dolor rectal. Espero que tengas éxito, me dijo visiblemente nervioso. El proceso, añadió, no se pude revertir. Tampoco hay manuales ni indicaciones. Tampoco te estaremos observando. Tú deberás manejarte sólo.
Y así, sin decir rayo láser va, me devolvió a mi balcón. No sé cuanto tiempo pasó, seguramente entre mucho y poco. Cuando me posé sobre el suelo, en realidad sobre el piso del balcón (vivo en el noveno piso) me sentí raro. Como más liviano, pero más fuerte. El primer golpe que recibió mi cerebro fue al tratar de abrir la puerta de corredera del balcón. No pude abrirla, porque mi mano pasó a través de ella. Pero ojo, no se confundan. No fue eso lo que me golpeó. Fue mirar mi mano, por ponerle algún nombre. Lo que de verdad vi fue algo cómo mi mano, pero de una sustancia negra, parecida a como se vería el fuego en gravedad cero. Como un líquido a punto de solidificar…o un sólido a punto de liquificar…es confuso ahora que lo pienso. Pero me estoy desviando. Como podrán entender, no fue necesario abrir la puerta, y con un poco de temor noté que podía atravesarla. Lo segundo que golpeó mi mente fue tratar de entender por qué cresta atravesaba las paredes pero no pasaba cagando al piso de abajo!!! Aún no entiendo esas reglas. Intentando clarificar la situación, me dirigí hacia el baño de mi pieza. En el camino me topé con mi compañero de casa, el que al verme dejó escapar un grito aterrador, así como todo el color de su cabellera. Cayó al suelo, desmayado. Extrañamente, el hecho no me causó ningún tipo de conmoción. Seguí caminando hacia mi pieza y llegue al baño.
No puede evitar dejar escarpar una carcajada cuando me vi en el espejo. Así que esto es lo que queda al sacar lo mejor de mí. El espejo me mostraba una figura humanoide negra, entre sólida y líquida, con un rostro que derrochaba sarcasmo y malicia. En ese momento reconocí mis poderes, como si me hubiesen pasado un libro. El mayor es la manipulación, la manipulación de la mente humana. Me tardé un par de días en lograr controlar el cambio a mi apariencia humana normal. Mi compañero se recuperó de la impresión, aunque desde entonces le dicen el “cabeza’e talco”. Fue de vital ayuda a la hora de poner a prueba mis poderes. Durante la semana que siguió a la visita de Elmar, me dediqué a pequeñas travesuras para determinar el alcance de mi poder. Ahora ya esta todo claro y consumado. Soy un manipulador onírico de voluntades.
Entraré en tu conciencia, en tus sueños, y ahí te manipularé, te atormentaré. Te haré ver lo que yo quiero que veas, utilizando tus temores, tus anhelos, tus deseos más ocultos. Despertarás y no sabrás por qué estas agitado, inquieto, intranquilo. Por qué tienes temor de dormir de nuevo. Te acosaré durante días, sin cesar. Te haré recorrer caminos oníricos que harán que, en comparación, Freddy sea un niño de pecho. Fundiré mis puntos de vista con tus temores. Hasta que un día despertarás sabiendo, sin saber por qué, qué es lo que tienes que hacer, cómo debes actuar, que es lo que debes cambiar. Y lo harás por decisión propia, pero inducida. Sabrás que sólo haciendo eso te dejarás de atormentar y podrás descansar. Y serás una mejor persona, eso te lo aseguro. O morirás. Morirás de angustia, de temor, de psicosis. Sé que puede sonar a un tipo de superhéroe algo bruto, algo sádico, algo poco canónico. Quién soy yo (aparte de un superhéroe generado por un extraña raza de “marcianos”) para decidir que es lo bueno y que es lo malo. Aunque después de ver al cura Hasbún en la lista de imágenes, creo que no soy el peor.
Adivinen a quién fue al primero que visité.
13 comentarios:
pa' seguir con los cuentos largos.....
y pa seguir poniéndonos el parche profesor... ;)
Profesor, me rei harto con su cuento. Se nota que su intención primera fue el pichuleo. Ademas un superheroe contra la propaganda politica, me parece fenomenal!!!! Dado que se pasan la legalidad por donde quieren en este aspecto. La burla generalizada de convenciones como extraterrestres y superheroes es notable. y Se nota al igual que "El Vecino" que este cuento comineza con un hecho real para luego seguir el camino del desquiciamiento de la mente del Dr. Sirkonio. Le Pusieron un cartel de piraña al frente de su balcon? Debo reconocer que no es el cuento que mas me haya gustado de su manofactura. Como critica constructiva me atrevo a decir que lo senti algo fofo. Con esto quiero decir que senti que le sobraba un poco de texto. Creo que funcionaria mejor con un texto un poco mas compacto. Aun asi una delirante pelada de cable doctor. Me rei harto. Un abrazo a los PCs y nos leemos.
Profesor,
No tengo duda de lo real de la historia. Me gusta su estilo, de manera directa y sencilla. Al final me quedé con ganas de saber cómo terminó Mr Piraña, o al menos su gigantografía. Tal vez él también estaba en la lista, recuerde que toda su fortuna partió de cero. Eche de menos una extraterrestre fémina, además noté una excesiva preocupación por el examen rectal ( lo que me provocó mucha risa).
Me pregunto si con super-poderes podrá intervenir oníricamente a vehículos con intenciones asesinas, que habiten estacionamientos y se diviertan a costa de sus vecinos.
En general me reí mucho con su cuento, insisto en lo entretenido de la entrega y en lo directo del lenguaje.
Un gran saludo.
me gusta ese estilo real/ficción como bien menciona Pez. además q brota su espíritu revolucionario penquista en el comienzo, par dar paso a una inquietud personla sobre los aliens y la penetración rectal; eso me dio mucha risa al igual q a R.V.
le debo confesar don Sirkonio, q me gustó q los aliens fueran normales y q todo aparentara como si sí y como si no. esa frontera ambigua atrae d manera sutil pero efectiva. eso sí, en la parte de los súper poderes (encuentro que) el relato se debilita un poco, quizás sería una opción como menciona Pez, podar un poco esa parte.
un abrazo Pcs.
saludos
Señores: Que bueno que se rieron. Era la idea central del texto. AL igual que lo de la majadería rectal, que perseguía sacar sonrisas. Lo del exceso de texto, seguramente que es mejorable y se agradece la observación. Yo mismo sentí que me alargaba en alguna partes, pero nunca decidí acortarlas, finalmente. Pero mi intención principal era escribir algo chistoso agarrándome de cosas reales y ficticias. Efectivamente, como menciona pez, me pusieron un cartel de Piraña frente al balcón. Aún no le hemos hecho nada, pero algo saldrá.
Saludos señores
Estmiado Profesor Sirkonio,
Concuerdo con la opinión general q el relato es divertido y entretiene. Efectivamente, es refrescante reírse un poco de la parafernalia de hollywood y la fascinación con la apariencia física de formas de vida extraterrestres. Es divertido, en particular, q siempre los marcianos son parecidos a los humanos pero con una q otra particularidad (e.g. sin genitales
). Y cómo dice Seinfeld, tb es divertido q siempre se visten con trajes de un solo color (usualmente gris), de material brillante (tipo bolsita de vino groso), siempre con botas y un relieve en forma de "V" sobre todo el pecho.
Tb me llamó la atención la advertencia inicial q si uno no está dispuesto a creer en la historia mejor no siga leyendo. Es divertida porq, dejando a un lado la notoría irrealidad de la historia, uno sabe q el lector tiene q seguir leyendo pa juzgar. Más aún, es interesante como recurso porq 1) predispone al lector para una historia seria y, de este modo, el descenlace resulta más inesperado; y 2) da la impresión de los típicos "grupientos" q siempre demandan confianza de sus audiencias para historias q son ridículamente inventadas y se ofenden cuando alguien duda de ellos.
Muy buen post profesor.
Gracias por los comentarios Profe, y que bueno que noto el puntapié inicial. La idea ere justamente generar esa sensación de "grupiento" a la que hace mención. Me pareció chistoso que un cuento así de inverosímil partiera con un encabezado como ese.
Saludos señores
Profesor Sirkonio.... nuevamente pido disculpas por mi poca sincronía con el grupo... y aprovecho la ocasión para decir que he estado sólo un poquito ocupado y además cambiandome de casa, pero muy luego espero retomar el ritmo general. Bien, aclarado este punto...
Me pareció más que entretenido su historia profesor y no se hizo largo para nada...quizás haya algo de exceso en el texto en ciertos momentos...pero para mi la verdad es que no importó. Lo que más me gustó es el final...el cómo el superheroe iba a usar sus poderes... me acordé de un amigo que tuve en mi adolescencia, al que le decíamos Felipe el Mentiroso..jaja...imaginense por qué. Bueno...este hueon tenía un hermano mayor que nos aseguraba que tenía contacto radial con ETs y que en cualquier momento lo iban a abducir...jaajaja... el grupiento por excelencia. Pulenta la idea, el desarrollo y el humor de su cuento Profesor.
Gracias por los comentarios Don Hans....me alegro que le haya gustado.
Saludos.
Profesor, son pocas las veces que me acuerdo de los postcolombinos, pero cuando los visito, más de una alegría de relatos paranoicos me llevo hacia lo más interno de mi mente. Me gustó mucho el relato y el estilo sencillo, pero sin dejar de ser envolvente y aunque tenga algo de ficción, siempre he pensado que tienes ESE superpoder. Te ví atormentar, usar los temores y deseos de la personas en su contra. También hacer ver lo que tú quieres ver, a los demás. Creo que ESE superpoder lo tienes de antes y con la abducción, lo incrementaste, ya que al leer esta historia siento que fui una de tus victimas. Ahora sé tu secreto... Beijos e Bom Viajem.
Jajajajajajaja.....Sacaste todo el rollo Sara. Que bueno leerte por estos lados. Y si, tal vez fuiste una de mis victimas, pero como dice el relato, era con "buena" intención. Suerte para ti también!!!
Si fue con "buena" intención...
me aislo para no toparme con la "mala".
Te quiero Goza Rod!
Buenos relatos para tu caminar.
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