sábado, 1 de marzo de 2008

Ensayo sobre la Adultez

En la víspera de los 30, la vida se ve curiosa, vertiginosa, inesperadamente emocional, y también fascinante. Diez o veinte años antes uno no imagina cómo será la vida al llegar a los 30s. Si uno es afortunado probablemente habrá alcanzado varias de las metas que tenía a los 20. Pero aún así la adultez se siente muy distinta de cómo uno se la imaginaba. La idea que uno tenía sobre cuáles serían los intereses, miedos y expectativas de uno a los 30 era muy errada porque uno imaginaba esos intereses, miedos y expectativas sobre la base de proyectos que han ido quedando atrás. Ahora en cambio los proyectos son otros. Y en función de éstos nuevos la vida se siente distinta.

Frecuentemente uno no asume las consecuencias de estar llegando a los 30. La adultez no se siente; uno empieza a darse cuenta que es adulto porque recuerda lo viejos que se veían los treintones a los 15. Pero sin dudas hay muchos cambios sutiles que confirman que uno va pasando etapas de la vida. Por ejemplo, como observa Jerry Seinfeld, una indicación inconfundible de que uno superó la niñez es que ya hace tiempo que dejó de funcionar la regla del “¡yo dije primero!” que resuelve tantos conflictos entre los 5 y los 10. En el mundo de los niños esa sencilla declaración tiene un cierto poder judicial misterioso que no tiene en el mundo de adultos.

Otro cambio substancial que trae la adultez es la relación con el dinero. A los 5 uno percibe una gamba como una fortuna: “mmm… ¡100 dulces de a peso!” piensa uno. Lamentablemente los dulces de a peso han perdido su atractivo con los años. A los 15 la suma de la felicidad ha ascendido a 10 lucas. Uno se compra sus cigarros sueltos y un par de chelas después del colegio que se toma escondido con los compañeros en alguna esquina piola. Peor aún, uno no se imagina a los 15 que algún día pudiera necesitar mucho más que 10 lucas. Las necesidades del quinceañero son simples a diferencia de las del adulto. A los 30 es muy fácil imaginar cómo gastar cualquier cantidad de plata. Imaginando eso uno pasa a imaginar formas en que la vida de uno sería más bacán y aparecen las necesidades. Uno siente que necesita más y más. Y es cierto que uno tiene más que otros. Pero tampoco pueden negarse los sacrificios del pobre estudiante de doctorado que se ve condenado a una vida de humillaciones económicas frente a los ingenieros o doctores de su edad que ganan mucho más sabiendo mucho menos. En fin, uno fue el weón que se echó esa condena al hombro.

La relación con las minas también sufre cambios. A los 13 uno es ingenuo y cree que va a estar enamorado de la misma mina toda la vida—lo que llaman “amor platónico”. A tanto puede llegar la ingenuidad que en algunos casos a uno le puede dar hasta lata pisarse a la mina por no querer “mancharla”. Y esto es definitivamente una falta de visión porque uno está cuidando a la misma mina que a los pocos años va a ser “manchada” repetida y descarnadamente por otros individuos sin el menor remordimiento. Y, peor aún, se los va a agradecer! Por suerte esa etapa es corta y uno espabila pronto. Ya en la enseñanza media uno pasa a estar obsesionado con el sexo. A diferencia de los 30, a los 16 uno está descubriendo el sexo y es tan difícil que a uno le den la “pasá” que uno tolera rollos, celulitises varias, y hasta unos insipientes bigotes—lo que dicen, uno tiene “guata ‘e fierro”. Después uno se calma y tipo fines de la media/principios de la U empiezan las relaciones serias. Ahí uno se queda atascado por varios años. No sé qué lo hace a uno meterse en relaciones tan serias a tan temprana edad. Será quizá que uno quiere parecer adulto, y tener una pareja estable suena como algo que hacen los adultos. Esto, por el contrario, indica que uno no es adulto pues la marca más clara de la adultez es que uno no quiere parecer adulto. Cuando los pendejos cumas empiezan a llamarlo “tío” a uno en la calle, uno sabe que ya no hay necesidad de tratar de parecer adulto.

A los 30 uno sigue queriendo minas pero por razones distintas. En parte supongo que se debe a inestabilidad emocional, nostalgia o miedo a la soledad. Lo cierto es que la búsqueda se pone más difícil porque la piscina de candidatas se va reduciendo. Por un lado, uno se va poniendo más exquisito. Uno empieza a aceptar que ya no es tan caliente como a los 15 y esos rollos o bigotes que uno pasaba por alto ahora producen impotencia. Adicionalmente a medida que uno se va educando va costando más encontrar intereses comunes con la mayor parte de la gente. En particular, muchas minas que en el colegio habían sido potenciales parejas ahora se sienten tan tontas que sólo sirven para un par de polvos. E incluso eso puede ser un karma porque uno queda obligado a conversar con ellas en la cama después del “acto”. Estos son los cambios internos que uno experimenta que dificultan la búsqueda de pareja. Y por si fuera poco, también hay factores externos que influyen. Como el simple hecho que muchas de las minas ricas de antaño se han ido casando. Esto también reduce la piscina de candidatas. Para tratar de amortiguar el impacto de este factor, uno empieza a participar todavía tímidamente en el mercado de segunda mano. Empiezan a aparecer minas separadas que siguen siendo ricas, y a veces hasta más ricas, y casi siempre más calientes. Antes de darse cuenta uno está reciclando. Y ocasionalmente la urgencia puede llevarlo a uno a no esperar la disolución del sagrado matrimonio...

Muchos más cambios marcan la adultez que serían dignos de comentar. Pero el espacio y tiempo en la vida son acotados. Lo importante es que a pesar de todos estos cambios uno conserve esa liviandad pueril, que uno trate de ser feliz con la edad que le está tocando vivir. Y es condición necesaria para alcanzar esto poder reírse de uno mismo y de las cosas que a veces lo acongojan. (Por eso los postcolombinos somos tan pulentos.) Como decía Borges, decir que cumplí 30 suena feo, prefiero decir que cumplí dos veces 15.

Bulnes

4 comentarios:

noib dijo...

A mi los 30s me parecen la mejor edad, y no es porque esté rozándolos, sino porque los 30s implican el comienzo de la independencia intelectual. el comienzo del pic, digamos entre los 30 y 40. quizás más adelante diga entre los 30 y 50. en otras palabras estamos o debiéramos estar listos para tomar las riendas de lo que sea en que estemos, y eso es demasiado sabroso, al menos para mi.

concuerdo absolutamente con Matías respecto a muchas cosas mencionadas en su post, pero donde más de acuerdo estoy, es en el asunto de las minas del mercado de segunda mano; es algo así como ir a comprar ropa usada. lo weno es que hay ropa usada que es la Fox. definitivamente un rubro interesante.

y bueno respecto a las humillaciones económicas de los PhDs comparado con los gordos Ingenieros y Médicos Doctores, Abogados, etc., esta se compensa con el hecho de que la vida del científico tiene o puede tener tintes poéticos, y eso lamentablmente el señor médico o ingeniero no lo va a lograr tan fácilmente, debido a que el dinero en exceso quita tiempo, o mejor dicho para lograrlo hay que trabajar mucho y queda poco tiempo p la poesía.
para ser poeta a que ser un poco vago, tener un poco de pereza temporal como decía nahj.

buena reflexión adulta-joven

ffredes dijo...

El ensayo me parece lúcido y emotivo, y por razones obvias nos identificamos casi con cada palabra que aparece en él. Me parece que Matías está en el estado adulto, desde que puede hacer una mirada retrospectiva a otros estados anteriores; pero al final me quedo con la pregunta ¿qué es ser adulto?.
¿Yo me siento adulto?, sí, podría decir eso con mucha certeza; ahora bien, ¿para el vecino soy un adulto?, si viera los videos en los que aparezco en Youtube probablemente pensaría que no, o al menos pensaría que soy un adulto imbecil.
Como dice Matías la adultez no se siente, pero ¿tienes necesariamente que ser adulto cuando llegas a los 30? Yo no lo se.
Al respecto de lo mismo, algo que eche un poco de menos en el ensayo fue el tan manoseado concepto de la madurez. Por que de todos los “footprints” de la adultez, para el sentido común, al menos en Santiago de Chile, la madurez es el mas importante. Sin embargo es un concepto tan escurridizo como la adultez misma, tratándose de definiciones claro; debido a que es tan situación dependiente.
Al final uno sabe cuando es adulto, pero no sabe porqué ni cómo; sólo mirando atrás se hace evidente. Y a veces se sale el pendejo ese que llevamos dentro; Nietzsche decía que “hay que tomar la vida con la seriedad con la que un niño juega”. No se exactamente que quería decir con eso, pero yo lo interpreto como que es mejor ser serio que grave, y hay que permitirle al pendejo ese, salir cada vez que se pueda.

Hans dijo...

A mi me parece que la reflexión de Matías es bastante propia y adecuada ahora que todos estamos en aquella situación. Como dijo el señor Fredes, es dificil no identificarse con mucho de lo que ahi aparece. Ahora, yo no se bien como enfrentar el asunto de la adultez... Es algo que simplemente llega; a veces de manera progresiva, a veces de súbito, a veces a una temprana edad, a veces de manera muy tardía... puede ocurrir que te hagas adulto siendo poseedor de muy pocos años y que luego vuelvas a ser joven a una edad en que debieras ser llamado adulto.... y así, existen muchas combinaciones posibles. Sin embargo, siento que matías hizo un buen ejercicio...bastante contingente... que nos sirva de experiencia para no caer en el temido Adulto-fome.

Anónimo dijo...

Buscando la edad que mejor demuestre un cambio en mi vida, después de leer este post, creo establecerla seguramente antes de los treinta y solo por lo que emocionalmente significo haber traspasado la barrera mental o el llamado cambio de folio, que para algunos, en un estado traumático, se niegan a asumir.
Lo que transcurrió después de entender que mi vida no pasaba por números, fue simple de relacionar con lo que pensaba cuando como niño, y la imaginación ya me llevaba a rincones, que al igual que las antiguas películas de ficción como el film alemán “Metrópolis” de Fritz Lang mostraba un año 2026 de autos voladores y robot, y un fuerte trasfondo social, yo me transportaba al futuro pero de manera algo nostálgico, como ¿que estaré haciendo yo a los 30 o 40 años, haré lo mismo que mi padre? insidiosamente al parecer, pero eso, pensando en ese periodo ya mas calmo ahora, paso eso…..nada diferente a otros traspasos de 30 años de otros amigos. Al parecer la madures se olvido de mi y yo creo que no la necesito, por ahora.