viernes, 13 de junio de 2008

Mañana de mierda

Esa mañana de mierda todo tenía sabor a sangre seca. Por primera vez ella se vestía escondiéndome su desnudez, en su acción de partir para no volver. Todo estaba perdido y en una caja mi corazón de plata me esperaba silencioso, opaco y abandonado. Las puertas de la noche se habían abierto, y ninguna de mis fuerzas podía cerrar el torrente infinito de negrura que inundaban mi pieza y mi vida. Con un desgarro de alma todo había sido decidido para mí. Mi norte hecho trizas y yo a la deriva. ¿Qué se hace con la vida cuando la vida no vale nada? La respuesta también se me daría sin que yo pudiese escoger alternativa. Morir. Morir de a poco en un lento desgranarse, hasta que las marejadas me tragaran y me arrastraran a la inmóvil pasividad de profundidades no sondeadas jamás. Amor; cuchillo invisible que te corta y te desarma para luego alejarse con una sonrisa, corriendo hacia la calidez de horizontes más novedosos. Purga ardiente de los finales. Deja vû macabro de esos lugares sin tiempo donde los mismos sentimientos te embriagan en las mismas espirales. Lo único que queda es el incesante eco rebotando en mi cabeza. El mundo es una pincelada de tinta negra utilizada para escribir algo más.

5 comentarios:

noib dijo...

un post potente e intenso, debo decir.
lo q más me gusta del relato es la descripción observacional del victimario. lo único q puede hacer es contemplar el duro y difícil momento. es una escena terriblemente poética, inundada por el dolor indescriptible de una pérdida.
al leer el segundo cuento del profesor Pez, reconozco su estilo.

gud
saludos

ffredes dijo...

terriblemente honesto y eso siempre trae buenos frutos.
La iteración del pensamiento trae más dolor, y más dolor alimenta la iteración.
Me gusta el comienzo del fin, pasivo y sin melodrama; sin embargo inequívoco y evidente. Al final el hecho de ocultar la desnudez, es tratarte como a un extraño; es violencia pasiva.

Asi como el el doctor Vega reconozco un estilo al leer este segundo cuento.

me gusto.
saludos

Hans dijo...

La realidad es cruda. En Mexico, la cruda es estar con la caña. El dolor del amor es una caña atroz y constante...crónica, y hay que tomar mucho agua para que se pase...en especial cuando la borrachera fue larga y más o menos feliz.
Me gustó mucho la última parte, desde el deja vû en adelante...saludos PostColumbines...

Matias Bulnes dijo...

El post y los comentarios me sugieren la pregunta de si vale la pena emborracharse de amor. No es q uno tenga demasiado control sobre el hecho pero aun así un análisis costo-beneficio es posible. Mi problema con emborrarme de amor es q la borrachera me dura poco. Luego viene un período en q quiero estar soltero de nuevo (el cual puede durar un tiempo indefinido) y sólo al final viene la caña. Pero el punto es q sumando y restando, lo bueno es la puntita de iceberg y todo lo demás es cuesta arriba.

En fin, me encantó la metáfora de la caña de Hans. Y tb debo resaltar lo bien escrito q está el post de Pezolli.

Cheers.

pez dijo...

Se agradecen los comentarios. Es verdad que tiene mucho de ventear los peos propios. Me gustó mucho el comentario de Hans sobre la caña. Es una excelente comparación. Tiene exactamente ese mismo sabor en la boca y el dolor de despertar de un rato de conciencia alterada. El recuento, las evaluaciones y todo como con resolución de mala calidad. Pero, aún con todo lo que caga; estamos listos para la próxima, o no?
salutes