Por fin se había decidido. Estaba emocionada, los pezones duros, la piel fría y sensible. En su pecho un desierto incendiario ardía con furia. Toda una semana ansiosa, pero a la vez saboreando ese sentir. Nadie la necesitaría hasta el lunes. Tenía todo el fin de semana de silenciosa intimidad. Su vida, sus dolores, su bullicio de responsabilidades e inconclusos se los devoraba el rojo solar de la tarde. Pensando sin palabras preparó la tina y con malicia infantil se desvistió de sus ropas de día. Dispuso todo lo que necesitaba en el borde de la bañera. Desnuda y frente al espejo sus ojos se enamoraron de sus propias formas. Con una sonrisa muda descubrió que estaba excitadísima. Con su dedo primero tocó su pezón erecto, para luego metérselo entre las piernas. Sólo para saber que sabor tenía ese día. Con la acidez aun en la punta de su lengua, decidió pintarse los labios. Rojos, por supuesto, como la ocasión lo ameritaba. Respiró con profundidad. Un último beso lanzado al aire y a ella misma reboto en el espejo. El vapor ya llenaba el baño. Apagó las luces, una última gota de perfume entre las tetas y se sumergió. Todo era un derrame cálido de placer. Su cuerpo ya sólo sentía el agua. Su mente divagó brevemente entre recuerdos y pasiones. Estiró su brazo para alcanzarlo y casi con reverencia lo tomó con su mano. Absorta jugó con él. Con su palma sintió sus formas y con la yema del dedo índice acarició la punta. Un escalofrío nervioso bajó por toda su espalda. Rió. Abriendo desmesuradamente los ojos y con un suspiro, se lo hundió sin piedad. Luego con fuerza lo desgarró suavemente hacia abajo. Dos labios vírgenes recién creados se abrieron gritando sangre. El dolor fue intenso, pero ella no se detuvo. Intercambió de mano el cuchillo y trató con el otro antebrazo. No pudo. El brazo herido fue incapaz de empuñar nada. Una debilidad lánguida acomodó su cuerpo en una posición displicente. A pesar del calor humeante todo se fue deslavando hasta un frío apabullante. Cubierta de sangre y lívida, la tina se había vuelto el sumidero de su historia. La oscuridad se hacía cada vez más sólida. Su cuerpo tembló un par de veces. Su piel gris apenas se notaba sumergida en el escarlata. La noche empezaba a empujar las horas, mientras el olor metálico y el vapor buscaban su salida por una ventana. <><
5 comentarios:
potente cuento; intenso, dramático, poético, y existencialista. el ritmo q le trae es dinámico, lo q hace q la lectura sea amena. interesante los detalles sobre los sabores vaginales, olores metálicos, y colores escarlata: tintes sensoriales q le agregan un alto valor imaginativo al relato. queda muy bien q sea una mina, q se pinte los labios rojos, y q se perfumee las tetas.
me pregunto cuánto tiempo toma un acto del estilo.
me gustó a lot su cuento Dr. Pez, diría q es el q más me ha gustado.
Cuando leí la primera vez el cuento, casi adivine el final con el principio, sin embargo el final igual descoloca. En una segunda lectura advertí que ella no esta triste ni deprimida, de hecho se ama y la muerte viene como una aventura o como un juego prohibido. Con T.O.M. conversamos un día acerca del suicidio feliz, y si alguien se ha despachado de esa manera. Esta animosidad de la protagonista es lo que descoloca en el final. Me gustó el cuento, es de fácil lectura y no deja indiferente.
Saludos desde el sur teleosteo!!
Estoy de acuerdo con Fredy, cabe la pregunta sobre la verosimilitud del suicidio feliz. Pero aún como vano ejercicio mental es ciertamente concevible. Y por supuesto, una obra literaria no es mejor ni peor por ser más o menos verosímil. Creo q el relato está bien logrado y escrito con cuidado. Se puede ver q Profesor Pez eligió las palabras con sutileza y sin pretención excesiva. Definitivamente un acierto.
Primero gracias por los cometarios. La verdad me costó que saliera este. Le había estado dando vueltas pero era con un tipo, y así era una lata. Ella le agregó el tema de la coquetería que me gustó mucho. No pensé en hacerla feliz, pero sí resuelta con el tema, como en paz. Por último la mezcla sexo y muerte siempre me ha parecido atractiva. Ahora que lo volví a leer me doy cuenta que lo del desvanecimiento y el frío me pasó una vez que me desmayé en una tina por culpa del calor. salutes a granel.
p.d.: con respecto a lo de la velocidad que concierne al Dr. Vega, supongo que si lo haces profundo y le das a una arteria debería ser bastante rápido.
Mis disculpas por el retraso, en primer lugar.
Bien bueno me pareció el relato. Intenso y bien sensorial. Al contrario del Profesor Ffredes, no intuí el final en la primera lectura, y eso me gustó, porque me sorprendió. Segundas lecturas hicieron que le encontrará mas sabores al cuento, salpimentado de detalles.
Dicen por ahi que la vida no es más que un continuo de malas experiencias, interrumpido y/o enmascarado y/o entorpecido por "nodos" (más cortos o más largos dependiendo de la persona)de experiencias buenas. Por lo tanto, la decisión no angustiada de suicidio puede resultar como un último nodo de felicidad aparente, un "triunfo" frente al continuo estorbo de la vida.
NaCl-U2
PD: el Profesor Pez es Teleosteo? o Condrictio? o Agnato??...
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