viernes, 13 de marzo de 2009

El Poeta.

“Me quiero matar, ¿qué me recomiendas?” me dijo Rodrigo. Mirándome con esa cara tan particular que él tenía, propia de una caricatura, casi emulando con sus gestos al gringo Grinch del Dr. Seuss. Sus patillas decimononas eran divisadas siempre con anterioridad a él y sus ojos tristes y apagados (no por eso menos vivos y ávidos de felicidad) saludaban al resto enmarcados por una negra semi-circunferencia propia de quien desprecia el sueño y agradece la vigilia.
Sus poemas circulaban por los apesadumbrados pasillos universitarios, esos que se encontraban fríos y atiborrados con desaparecidos y muertes inocentes, como panfletos que algún “loco” (como solía alguna gente llamar a Rodrigo) regalaba a la temerosa juventud.
Había conocídolo yo un día en que un puñado de nosotros hicimos declamaciones de nuestros propios versos, en el ágora que hay justo fuera de la, ahora, Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile (que hubo sido antes la Biblioteca). No recuerdo bien si gustó o no de mis versos (probablemente no) pero a propósito de ellos es que entablamos una conversación casi ininterrumpida; por tres años, seis meses, cinco días y quince horas con ventidos minutos. Durante todo ese tiempo, nunca terminó de sorprenderme la delicadeza de sus versos, incluso cuando éstos eran referidos a su eterna y maldita soledad. Todo el sarcasmo tan pesimista y característico de su poesía, dirigido hacia otros como a si mismo, desaparecía por un momento y una seriedad fúnebre se instalaba en el papel y en su pensar consternado por la vida que había elegido.
Nunca tomé en serio aquella pregunta que me hiciera, supongo que la confundí con otro de sus momentos de sarcasmo extremo, tan comunes a la hora de beber. Nos encontrábamos en una de las fiestas que solíamos hacer, de día, y con música de Wagner, Liszt y Chopin (aunque todos nos aburríamos mortalmente luego de unas horas, era necesario despistar a los vecinos y/o a la CNI).
Enrique se me acercó mientras estaba fumando en el pequeño balcón de su departamento, para decirme que había oído lo que Rodrigo me dijo, y comenzó a preocuparse. Aparentemente, a todos sus amigos más cercanos habíales pedido “consejos” suicidas como si se tratara de calmar una alergía o una tos. Ésto, claramente – me dijo Enrique- es un grito, un ruego por ayuda y compañía. Yo asentí sin saber qué hacer, pensando que en cualquier momento se acabaría la voz del joven vate.
Esa noche nos despedimos muy fraternalmente todos y, muy contentos, quedamos de acuerdo para vernos nuevamente tres días después en la casa de Rodrigo para celebrar su cumpleaños y escucharlo declamar sus más recientes escritos. Durante esos días estuve encerrado en mi oficina, preparando unas clases sobre Parra y la nueva poesía Chilena y escuchando mi colección de Cueca Brava para inspirarme, como siempre que estaba preocupado por otros asuntos más importantes.
Habiamos preparado una gran fiesta para el cumpleañero, quien cumplía treinta y dos y comenzaba a tener mejor suerte en lo literario y en lo académico, al menos en planes. Enrique y yo nos juntamos por un café antes de hacer las compras necesarias para luego ir a la casa de Rodrigo. Ese fue nuestro error.
Llegamos justo al mediodía , aparentemente no había nadie. Esperamos por veinte minutos aproximadamente y nos dimos cuenta que la ventana al lado de la puerta estaba abierta. Entramos pensando en preparar las cosas mientras Rodrigo llegaba. Pero no iba a llegar. Había llegado el día anterior, Estaba ahí, cerca de nosotros.
Lo vimos tarde, muerto. Se había desangrado en la tina de su baño. Según el informe médico ocurrió a las once y treinta horas de la mañana. La hora de su nacimiento.

5 comentarios:

Matias Bulnes dijo...

Pulento profe Posttstock. No tengo claro quiénes son los personajes, si inspirados en la realidad or puramente ficticios. Como sea, el relato tiene muchísima fuerza y me parece técnicamente depurado. Me gusta la opción de narrador, le da un tono de nostalgia personal. Me gustan tb las descripciones poéticas (como la de los ojos ojerosos del comienzo) pues contribuyen a crear el ámbiente correcto. Me gusta tb la elección del contexto histórico pues le da un toque de heroísmo utópico tan caracterísico. Notabilísimo trabajo profesor, q puedo decir.

Sirkonio dijo...

Profesor Hans, debo decirle que su relato logró causarme pena al final, por la suerte del Poeta. Eso ya es un mérito. Encuentro que la narración esta muy bien hilada y el personaje es realista, casi como que podría ser alguno de los amigos que uno conoció en su pasada por las aulas. Me gustó lo fácil de seguir de la narración. Me gustó el detalle de la música clásica...una excelente sutileza. Buen cuento...Saludos PCs..

noib dijo...

a la primera leída, me pareció un tanto extraño, y eso me gustó. luego de una conversación con el prof Hans, donde me reveló algunos detalles, la lectura cambió un poco.
me gustó el relato; no es un misterio q la forma de escribir de Janz, es muy userfriendly, y eso es un gran mérito. me gustó el ritmo, me gustó la forma en la q se relacionan los personajes, y tb me gustó mucho los diversos guiños, en particular el de la Cueca Brava... quizás por las veces q el prof. Hans me invitó a disfrutarlas cuando andaba por estos lares sudamericanos.
el suicidio en general es untema, y siempre lo ha sido para los humanos en general, y no me sorprende q aquí en los PCs tb lo sea.

muy buen cuento Hans,

saludos

pez dijo...

El poeta no es sólo alguien que escriba poesía, sino alguien que siente el vivir de una manera especial y lo transmite. Hay cierta mitología asociada a la imagen del poesta. Aca el señor posttstock lo logra pulentamente. El relato nostálgico de primera persona nos acerca al personaje sin tratar de entenderlo, sólo queriendolo. El entorno es intelectual y historicamente relevante frente a la figura del poeta. Todo en una narrativa muy sutil. Termina con el sucidio entregado en la primera línea pero ahora más cercano al personaje y de esta manera completando toda la mitología de aquel que posee demasiada sensibilidad. Lo felicito un lujazo.

Hans dijo...

Gracias PCs por las flores. Siempre es un agrado recibirlas y me alegra que algo les haya sucedido al leerlo. Aprovecho tambien de darle la Bienvenida a Don Sirkonio como nuevo integrante estable de los PCs.
Les cuento brevemente que la historia esta basada en un poeta real, chileno, llamado Rodrigo Lira, quien ha alcanzado la figura de leyenda para algunos. Es cierto que se suicido y que tenia un amigo llamado Enrique (Lihn). El resto fue inventado por mi narrador,para contar lo que necesitaba contar... los guinios son siempre necesarios para mi en general...en mi vida...asi que siempre estaran presentes creo...a menos que me proponga no incluir ni uno.

Abrazos PCs y nos vemos la proxima semana (!!!!!!)
Cheers mates.