La luna entraba despacio, arrastrando toda la noche con ella. Una lámina resplandeciente de plata bañaba el contorno de Juan. Sin ninguna otra luz, todo era blanco o negro. Desde donde ella estaba el cuerpo desnudo de su marido, su ex marido, Juan, parecía una cordillera fría y blanca. El disco redondo de la luna emergía despampanante tras esas heladas montañas de carne. Las calles mudas se escondían muy por debajo de la ventana. No había voces ni susurros, sólo Ella, Él y el calor de un colchón empapado. La tensión tras su nuca era una sarta de dientes. Juan inmóvil, Ella temblaba. El cuerpo frente a Ella yacía sobre su costado derecho, desnudo y dándole la espalda. La habitación entera parecía de marfil. El mango de un cuchillo se levantaba fijo y erguido desde el borde entre el cuello y el hombro de Juan, hasta cortar el marco de la ventana. Él había estado durmiendo, ebrio y apestoso. Su hedor tibio y agrio colgando de la habitación. Toda esa masa de grasa fofa había cedido con el embiste de una sola puñalada. El cuchillo se había hundido en el costado del cuello con increíble facilidad. En su momento no había estado segura de haber logrado nada, así que trató de sacar el cuchillo para intentarlo de nuevo. Apenas lo movió, brotó sangre espesa. El cuchillo quedó atrapado en el vacío de la carne. Juan gruñó. Brotaba caliente tras palpitaciones de la herida mojando la espalda de Juan y toda la cama. Ella lo odiaba. Le temía. Pero por sobre todo no iba a dejar que la trataran así. Maldito hijo de puta, quién se creía que era. No era un acto gratuito o estúpido. Ella sabía con prístina lucidez, que al matarlo Él quedaría eternamente ligado a su vida. Pero aún así valía la pena. Tuvo una arcada. No podía dejar de llorar (en el fondo se quería reír, pero no se atrevía). El corazón se le sacudía enloquecido. Con la punta de su dedo tocó el hombro de Juan, aún estaba tibio. Acarició el borde del brazo hasta el codo. Estaba muerto. Mierda, muerto. Lo había matado. Había matado a su marido, bueno ahora su ex marido, a Juan. ¿Qué iba a hacer ahora? Seguir adelante, sin duda. Ya no había vuelta atrás. Juan, maldito imbécil, mira la tremenda cagada que armaste. Todo esto es culpa tuya. Hasta muerto te detesto. Respiraba agitada y trataba de concentrarse. “No te concentrí tanto que poní cara de gil” le hubiera dicho el idiota. Se sonrió. Se acercó a olerlo. Primero tímidamente, pero no pasó mucho antes de que sintiera la punta de la nariz mojada con sangre. El tiempo se dilataba hinchado de si mismo, reventando en mil memorias. Tanta vida al lado de alguien. Sintió pena. Pero no. Ella ya no sería más lo que la gente esperaba de ella. Él se lo merecía y no había otra salida. Era libre. Aún así, no pudo evitar seguir desenvolviendo el corazón en las capas escritas con otros lentes. Ella siempre tendría sus cicatrices para recordarlo. Él en cambio, estas heridas no las recodaría jamás. Se rió. Lloró. Maldito imbécil, por qué no pudiste amarme. Yo te amé tanto. Tanto. Volvió a estirar la mano y lo acarició en el hombro. Juan, por qué no me amaste, pudimos haber sido felices. En el fondo eras un buen hombre. Tenías tus cosas buenas. Pero tus demonios, te devoraban vivo, te deformaban y les pertenecías. Te volvías tan despiadado. Ya no había nada que hacer, ya no podías cambiar. Mejor así. Te echo de menos. Te amo y te echo tanto de menos. Se acercó al cuerpo. Lo abrazó, lo besó en la nuca. Lo tomó por la cintura y se acurrucó contra Juan. <><
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6 comentarios:
Como he dicho ya con anterioridad, soy un fanático de Pez y espero sus cuentos en cada turno. La idea de erotizar un hecho tan macabro me parece más que buena, tan buena como la venganza y el no soportar más tanto abuso y desconsideración. Para mí, una muerte totalmente justificada; aunque la protagonista piense que sigue enamorada (algo muy común en las mujeres que son maltratadas de alguna manera). Seguimos con los temas brígidos parece.
Dado que soy un fan, siento que el Prof. Dr. Pez pule cada vez más su estilo y le da su toque personal. Como el mismo dice: Un lujazo!!...
Abrazotes PCs,
Nos vemos el Martes.
El relato captura toda la confusión de las relaciones tortuosas (q son casi todas las relaciones, tarde o temprano) de un modo sencillo y en sólo una escena. Si sólo por eso, me parece bien logrado. Concuerdo tb con Hans q Pez está depurando su estilo y q sus relatos vienen más y más apretados y económicos (como predicaba Borges). Quedé un poco metído por el uso de mayúsculas en los pronombres q se referían a los protagonistas. Me sugirió algún tinte religioso debido a q el único uso de mayúscula para pronombres q conozco es referido a Dios. No supe, decifrarlo sin embargo.
Respecto del cuento inédito, lo leeré prontamente y devolveré impresiones.
Saludos PCs.
Estimados: Primero que todo (o que nada), gracias al Prof. Hans por la bienvenida. Un placer. Pasemos al cuento. Logro darme vuelta. Me explico. Durante el primer tercio me tiene esperando un re-encuentro entre maridos, y después me sale con un asesinato. Notable!!! La descripción de la escena también es maestra. Ahora, tenemos lo del alegato femenino que el Profesor Pez es capaz de desarrollar como si fuera una de ellas. Un aplauso. Me gustó el cuento, crudo y corto. Que gusanos que somos los de nuestro género, que nos merecemos el asesinato de la mujer que te ama. Eso es fuerte. Alta la vara que me han dejado.
Saludos PCs.
Estimados señores como les va. Me perdonaran que cierre antes, pero con el fin de semana es más que nada para no cerrar después. Saludos al Dr. Sirkonio bienvenido, aunque la bienvenida oficial le toca la otra semana. Se agradecen los comentarios y las flores. Sobretodo porque con el ejercicio del escribir uno empieza a ver sus limites y a mi me está pasando que siento que hasta cierto punto he empezado a repetirme. Se agradece que se note el hecho que he tratado de concretizar el lenguaje. El tema de las mayusculas que noto el Dr. Cool, no es un guiño sino que más bien una licencia. Cuando escribí el cuento estaba ebrio y luego cuando lo volví a leer noté que él estaba siempre con mayúsculas. Supuse que ella merecia el mismo trato y asi quedó. Temí que quedara confuso, pero veo que no. Me alegro. Sobre el comentario de escribir desde el punto de vista de una mina que aludió rodrigo. Es raro. El comentario de una amiga es que le habia costado el cuento porque se traslucía mucho mi voz en la voz de la mina. Quizás nos parece a mina porque así nos parecen las minas a nosotros. Habrá que ver. De nuevo, gracias por el apoyo, y nos vemos, en especial al Profesor Hans. Buen viaje señor. Salutes
y bueno señores, como no es mi costumbre, estoy comentando al final.
me gustó aharto el relato de Maurizio; por sobre todo, porq logra relatar una escena de un asesinato en una longitud corta, y eso no es tan fácil. por otro lado, y com osiempre, el prof, Pez captura las atmósferas impecablemente. me gustó tb el hecho de q el relato fuera femenino. pienso q no hay q hacerle mucho caso a lo q digan las minas al respecto, porq es obvio q nunca nos podremos acercar ni tan sólo un poco a lo q es realmente ser una. aunq debo confesar q este tipo de ejercicio me gusta, es como jugar a ser una mina.
la muerte sigue siendo un tema, y eso tb me gusta, como reflexión, siempre es valorado.
buen relato Pez,
un abrazo
aunque me cueste admitirlo una vez mas lagartija tiene toda la razon... asi pensamos las mujeres, aunque nos traicionen y nos rompan el corazon somos incapases de odiar de verdad, siempre en el fondo queda parte de ese querer aunque tratemos de ignorarlo.
hombres: tarde o temmprano va a haber una mujer que los quiera matar!!!
pero sepan que en el fondo si existe ese sentimiento es xq todavia son importantes para ellas
señor pez: una vez mas directo al blanco
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