miércoles, 9 de diciembre de 2009

La caja

Era el primer arado, el que concluye con el invierno. El asno enfajado y las cuchillas limpias. Un chicotazo y con paso remolón los filos se hundieron con música propia. Desfilaron con el tajo eterno de la civilización, herir la tierra para poder obtener comida. Pero esa vez la tierra a sangró. Cada surco empantanado y rojo drenando entre los terrones. El olfato ardía. El faenero se detuvo, absorto observó algo por primera vez. Dicen que un shock es un evento que destruye nuestra narrativa interna. Incapaz de ser incluido en el eterno fluir de la mentira, desintegra la sensación de un continuo lógico y expone el yo como una fractura abierta, doliendo y enfriándose de tanto mundo. Incapaz de mirar al vacío a los ojos, la personalidad humana rellena con un puñado de clichés hasta que finalmente cede. La negación se yergue como uno de los más comunes.
“Mierda, debo haber cortado alguna tubería”
Sabía en el fondo de sí que por ahí no pasaban cañerías, pero a pesar de eso decidió buscarla. Atada al burro la pala para sacar rocas. Sobre el charco cavó creando una laguna de barro sanguinolento que le hormigueaba alrededor de sus botas. Apenas topó con el metal no dudó en hundir sus brazos buscando un tubo y encontrando la caja. Fue en ese momento, con la tibieza lavándolo que dudó que sólo fuese barro rojo. La caja era de metal negro y completamente hermética. Tenía 6 caras, 8 vértices y 12 aristas. Al limpiar la caja la profundidad de su negrura lo conmocionó. Abandonó su faena, volcándose a analizarla y tratar de abrirla. Con sus dedos sentía el palpitar de la caja. Semanas de su vida desvanecidas, mientras su corazón se volvía un centro quedo y voces inexistentes le susurraban sus silencios. Cuando finalmente dejó de pensar logró desenvolver la caja. De su interior eclosionó una especie de nāga, un verme plomizo con rostro humanoide. Un enorme ojo azul opaco y un hocico dientón protruían fijos mientras el resto se retorcía. La criatura chasqueó la lengua y gruño. El faenero miró directamente en aquel ojo, penetrando su propio reflejo. En lo hondo de su alma algo añejo se despertó. Entonces comprendió, quizás comprendió demasiado bien. Sus manos recorrieron su rostro intentando deformarlo, tratando inútilmente de erradicar la expresión de horror. Una lágrima lechosa como semen recorrió el rostro de la criatura. En ese instante el viento corrió en espiral. El faenero reunió a su familia. Dándole gracias a Dios tomó el hacha y los partió, diciéndoles palabras que quedaron aplastadas entre la pared y la sangre. Palabras que hoy son mudas para oídos humanos. Sin detenerse tomó su escopeta de caza y se voló los sesos. De la caja nunca más nadie oyó hablar.
Hay historias que no se cuentan nunca. Algunas son porque nadie se atreve a contarlas, otras porque nadie las cree, y están las que todos los que la conocían murieron. Esta en particular es de esas pocas que corresponde a las tres. ><>

5 comentarios:

Sarita dijo...

Los sigo irregularmente y pocas veces entrego mi opinión, pero últimamente me han impresionado.
Pez, escribe relatos que una vez iniciados, no se pueden dejar de leer hasta terminar, (hasta el momento, sólo me sucede con tus historias...) aunque a veces sean extremadamente largas. También esa entrega al suspenso, me descoloca y al mismo tiempo me fascina.
Parabéns!

pez dijo...

Weno señores como les va. Como ya se ha vuelto costumbre el las fechas de fin de año al postcolombino se le caotiza la vida. PEro a pesar de vendavales y ventizcas el blog sigue en pie, machucado pero en pie. Fuerza conciudadanos, de ahi negociamos unas vacaciones extendidas. Por aca la entrega sale de un intento mas interno que siempre he tenido de mirar al vacio de la vida a la cara a ver que se encuentra. Esencialmente la idea era generar un espacio peadillezco, y evocar el horror de ver de frente lo que uno reuye. Fue mucho mas espontanea que los ultimos ecritos. Supongo que eso translucira tanto ventajas como desventajas. En fin. Saludos a todos los PCs. Se le agradecen los comentarios de Sarita. Siempre se agradecen los comentarios desde afuera. Estan menos comprometidos y ayudan a mantener una critica mas abierta en el lugar. Abrazos a granel y cuidenselo.

Sirkonio dijo...

Don M el Pez: Me gustó tu escrito, aunque no me logró generar sensación de pesadilla. Note una cierta diferencia entre lo que quieres contar (algo medio terrible y monstruoso) con la forma de escribir (mas suave). Pero el final es notable. Cuento corto he intenso, sólo me falto un poco más de dato con respecto a lo que llevó al campesino a la locura....o un poco más de profundidad en la parte final, si no querías dar ese dato.
Pero bueno bueno...y como tu dices, se nota en la escritura que salió más espontáneo.
Perdón por la demora...un abrazo Srs!!!

Anónimo dijo...

muy rapido se vuelve loco el campesino... no se entiende muy bien... creo que daba para mas la angustia. como siempre don pez debe matar a alguien, me parece que la locura tambien es una salida y de echo una mas utilisada en la vida real. que le parece investigarla..... la tiene cerca.

Arion dijo...

Primero pensé que era una linda historia de campo en verde y amarillo!!! error...que historia negra y entretenida don Pez!...y da para interpretaciones. Será que se encuentra consigomismo y sus polaridades más oscuras?. me gustó aunque a veces debo releer tus frases complejas para entenderte más una vez. abrazos de playa ancha :)